Viajes a dos Ruedas se desplaza al norte de España, para disfrutar, una vez más, de la naturaleza, cultura, historia y gastronomía de la provincia de Navarra. En esta ocasión, aprovechamos nuestro camino para disfrutar de dos zonas unidas a históricas batallas por la defensa de la zona, el Cerco de Artajona y Olite, ambas localidades con murallas, castillos y fortalezas, que poco a poco iremos descubriendo, en este artículo y en el que se publicará con posterioridad.
Para llegar al Cerco de Artajona, desde Logroño tomaremos la A12 dirección Pamplona, A la altura de Puente la Reina saldremos y tomaremos la NA-601, dirección Mendigorría, para, una vez llegado a esta localidad, salirnos hacia Artajona por la NA-6030.
Puedes ver la ruta aquí
Una vez que lleguemos a Artajona, observaremos en el cerro, tras la localidad, la fortaleza que visitaremos, para lo cual rodearemos completamente Artajona, dejándola siempre a nuestra izquierda. En el recinto encontraremos estacionamientos.
A medida que nos vamos acercando, comenzamos a notar un cierto cosquilleo, unido a una gran curiosidad por conocer lo que ante nuestros ojos está apareciendo, dado que delante de nuestra vista observamos una muralla, de la que destacan una serie de torreones, luego descubriremos que en total se conservan 9 de los 14 que inicialmente compusieron la muralla, y una serie de edificios en el interior, todos ellos construidos de forma que se adaptan completamente a la zona en la que han sido construidos.
Tras estacionar nos dirigimos a pie al recinto, nos adentramos por una puerta medieval, acceso libre y gratuito, para llegar a una pequeña plaza donde observamos una especie de castillo o iglesia, o ambas cosas, que deberemos visitar con posterioridad.
Os aconsejamos ir a la oficina de turismo o recepción, existente en la pequeña plaza, y pagar por hacer la visita guiada, seguro que no os arrepentiréis, dado que las explicaciones de las personas encargadas de esta visita, están cargadas de historias, leyendas, cuentos, datos y curiosidades, además de explicaciones para entender todo el entorno, incluyendo la visita al edificio mencionado anteriormente y que descubriremos después.
Iniciamos nuestra visita al Cerco de Artajona, para lo cual, en un agradable día de invierno, pero que no lo parece, dado que realizamos la visita en manga corta, comenzamos a vivir momentos de la historia de Navarra, de Reyes, luchas y guerras, conquistas, reconquistas y momentos de batalla para defender los territorios anteriormente ganados.
El primer punto visitable es la antigua ubicación del castillo, actualmente sólo existe una hilera de piedras que marca el perfil, aunque nos da la idea de lo que se comenzó a construir allá por 1085, cuando los canónigos de Saint Sernin de Toulouse, Francia, iniciaron las obras del Cerco, y que duraron hasta 1109.
Los canónigos realizaron las obras de la fortaleza, según las explicaciones de nuestro guía, todo se basa en el lugar y momento en que se vivía, ya que por aquellos años, la zona era la frontera entre dos Reinos, el de Navarra y el de Castilla, dos poderosos Reinos en constante lucha por conquistar tierras adyacentes…, el Rey de Navarra, buscó ayuda para gestionar las tierras fronterizas, con el fin de conseguir crecer económicamente, pero también defender el territorio, consiguiendo un aliado en la ciudad de Toulouse, y a través de los Canónigos de Saint Sernin, conseguir un asentamiento, aunque dicho asentamiento fuese realizado según las costumbres de la ciudad origen de los nuevos inquilinos, creando una fortaleza similar a las existentes en Francia.
De este sistema de construcción tenemos las almenas del castillo redondas, sin esquinas, para que, en caso de ser necesaria la acción defensiva no existan elementos, esquinas, problemáticos que entorpezca la vigilancia y defensa, y sea más sencillo moverse por dichas almenas, también destaca la doble muralla, una exterior y ancha que el enemigo debería salvar, para encontrarse con la interior, con menor grosor, pero más alta que la anterior, y compuesta por torreones, así como dos puentes con dos puertas de acceso en cada puente, puertas no alineadas para dificultar el acceso en caso de ataques, todas ellas características de castillos o zonas fortificadas como las que Viajes a Dos Ruedas pudo observar en la fortaleza de Carcassonne, (ver aquí)
Todos estos elementos los iremos descubriendo poco a poco, ya que desde la explanada nos dirigimos hacia la muralla y sus torreones, donde nos llama la atención que cada torreón solamente está compuesto de tres paredes, la exterior y las dos laterales, la falta de la pared trasera es un elemento llamativo, aunque es típico de las fortalezas francesas, y su utilidad está relacionada con la defensa, ya que en el caso de ser tomados los torreones por los enemigos, desde el interior de la fortaleza se podría defender dicho asedio, al no tener pared interior el enemigo no podrían refugiarse del ataque desde el castillo o desde el interior de la fortificación, haciendo más fácil la recuperación de los torreones.
Durante el recorrido son varios los aljibes que podemos ver, más concretamente la boca de dichos aljibes, y es normal, la zona no es muy prodigiosa en lluvias, motivo por el que se debía guardar, como si fuera oro, todo el agua que pueda recibirse a través de la lluvia, además de conseguir ser autónomos y no depender de canalizaciones externas que en caso de ataques podrían ser envenenadas desde el exterior.
Nuevamente llegamos a la pequeña plaza desde la que iniciamos el paseo por el interior de la fortaleza, ahora le toca, por fin, el turno a la iglesia o castillo que al entrar nos llamó la atención, y no es otro edificio que la unión de ambos elementos nombrados con anterioridad, la Iglesia-fortaleza de San Saturnino, del siglo XIII, donde, desde la plaza, destaca un campanario, importante elemento de vigilancia.
Al ser una Iglesia-fortificada, sus elementos derivan tanto de las iglesias, como por ejemplo la increíble portada gótica, alineada completamente con el perfil de la pared en la que se integra, como de elementos derivados de una fortaleza, como son sus impresionantes muros, o la falta de huecos que no pudieran ser defendidos desde el tejado, motivo por el que la puerta no presenta espacios donde ocultarse. Estos elementos son los que desde el exterior pueden ser vistos, pero sin duda, una vez que nos adentramos a su interior y subimos a su impresionante tejado, cada uno de ellos cobra una mayor importancia, y se funde en un conjunto de detalles que hacen de este edificio algo único en la zona.
Es momento de entrar a la iglesia, aunque os aconsejo parar un momento a ver un detalle diferencial de esta construcción. Es una especie de columna que no apoya en el suelo, pero que tampoco carga nada en su parte superior, ante nuestra duda, realizamos la pregunta oportuna al guía, y la respuesta es sorprendente, simplemente es una canalización de agua desde el tejado al aljibe interior de la iglesia, una canalización protegida contra los ataques, podríamos decir que fortificada, y que aseguraba la alimentación de agua al aljibe aun cuando el asedio hubiera pasado las murallas y solamente quedase como zona defensiva la iglesia-fortificada. Nuestros antepasados sí que pensaban.
El interior de la iglesia es impresionante, las paredes pintadas, el aljibe, el retablo gótico dónde destaca una talla de San Saturnino y con algunas curiosidades que os mostramos a continuación…
Fresco en la pared donde no vemos la cabeza, ejemplo de reconstrucciones y reformas durante la existencia de la iglesia, hacía falta una ventana…
Un animal mágico grabado o dibujado en la pared, recuerda al Hipogrifo, que podemos ver, por ejemplo, en las historias de Harry Potter.
Nuevamente podemos contemplar, o mejor dicho, podemos comprobar el impresionante acceso al tejado, para que, una vez en la parte alta de la Iglesia, disfrutemos del propio tejado. Es posible analizar con detenimiento su sistema de recogida de agua de lluvia, la propia construcción y su piel de Dragón, simplemente os invito a verlo, a disfrutarlo, pero sin olvidar echar la vista al exterior del edificio, ver todo lo que los ojos pueden divisar desde este punto estratégico de vigilancia, entender la razón de haber construido el Cerco donde está construido, y comprender cómo nuestros antepasados pensaban en el mejor sistema para aprovechar la naturaleza en su propio beneficio.
Con pena, como en numerosas ocasiones pasa, y más en un día tan agradable, debemos dejar el Cerco de Artajona, para seguir nuestro viaje, que nos llevará al segundo destino del día, Olite, para lo cual tomaremos la NA-6030 hasta Tafalla, y desde aquí utilizaremos la NA-8607.
Te invitamos a disfrutar de nuestro próximo artículo…
Bonito reportaje.
Me alegro de que os haya gustado Artajona, nos gusta gustar.
Os han faltado las campanas de la torre de la Iglesia de San Saturnino y uno de los “bandeos” manuales de las mismas.
Para la próxima ocasión.
Si venís a finales de Junio coincidiréis con nuestros Encuentros con la Historia, evocando y rememorando nuestro pasado medieval: pendones, vestidos de época, personajes, caballos, gregoriano, teatro, luchas, …
Un saludo y gracias.
Muchas gracias por tus comentarios, es bueno aportar ideas y detalles de lo que nosotros hemos podido ver y experimentar, la verdad es que es el verdadero complemento que queremos, deseamos, para que todo el que visite nuestros destinos, tenga la máxima información para poder disfrutar al máximo de cada momento, de cada rincón.
Buenos consejos a tener en cuenta, además de ser un buen mes de luz y color, disfrutar de otros aspectos.
Gracias