Ieronimus. La puerta de subida al cielo.

Al llegar a Salamanca, aparece su perfil donde destacan las magníficas Catedrales, gracias a sus esbeltas torres, que sin duda parece que quieren alejarse de la tierra para incorporarse a la inmensidad del cielo, intentando tocar las nubes que sobre ellas se colocan para contemplar tanta belleza.

 

En esta ocasión Viajes a Dos Ruedas aprovechará un maravilloso atardecer en Salamanca para adentrarse en una de las opciones que la ciudad ofrece a todos los que aquí nos encontramos, y no es otra que poder disfrutar de la exposición o pase de Ieronimus, a través de una de las torres medievales de la Catedral.

 

 

Como datos iniciales, debemos indicar que subiremos aproximadamente unos 110 metros, retrocediendo en la historia unos 900 años, y todo ello al alcance de nuestras manos, aunque en esta ocasión, al alcance de nuestros pies.

El acceso a este viaje en el tiempo, por el interior de la torre de la Catedral, y por los tejados de la misma, alrededor de dicha torre, se realiza por uno de los laterales, el que se encuentra en la fachada derecha, con la que toparemos si subimos la calle desde la Casa Lis por la Calle Tentenecio, y ubicada en la Plaza Juan XXIII.

 

Para el paseo propuesto os recomendaremos que lo hagáis con ropa y calzado cómodo, numerosas escaleras será necesario subir, y evidentemente las mismas bajar, por lo que es imprescindible avanzar con paso firme y seguro, la dificultad reside en las propias escaleras, aunque debemos indicar que todo está perfectamente indicado y organizado.

El acceso a la torre lo realizamos por una puerta inexistente en el momento en que se construye la torre de la Catedral, ya que en 1614, la Sala de la Mazmorra cambia de uso de Cárcel, motivo  por el que no se podía acceder desde la calle, a vivienda de personal de la Catedral, momento en el que se realiza dicho acceso y que actualmente sirve para dar paso a los visitantes hasta la sala anteriormente mencionada, donde se ubican las taquillas.

Una vez en el interior de la sala de la Mazmorra, recibimos una breve charla de bienvenida, donde nos explican brevemente algunos datos importantes para poder disfrutar aún más de nuestra visita.

Continuamos nuestra excursión, subiendo por las primeras escaleras que nos encontraremos, con ganas de ver todo lo que se nos pone delante, lo que hace que iniciemos raudos y veloces nuestro paseo o ascenso.

Llegamos a la segunda dependencia, llamada la Estancia del Carcelero, cuya finalidad no era otra que la de estancia para la custodia de la anterior sala visitada (Sala de la Mazmorra), actualmente es la sala desde la que parte el acceso interior a la Catedral Vieja.

En la sala podremos ver información de la historia de la propia Catedral.

 

Seguimos nuestro ascenso hasta llegar a la Sala del Alcaide, una sala amplia desde la que, a través de una ventana, tendremos una primera imagen del interior de la Catedral unido a lo llamativo de encontrarnos con algo que nunca habíamos vivido en las visitas a la Catedral, y es que en esta ocasión podemos apreciar el interior de la Catedral, en un momento en el que se encuentra cerrada al público y con la única luz tenue que se ha dispuesto para poder contemplarla desde dicho lugar, un momento donde las sensaciones comienzan a fluir por nuestro interior, si bien es cierto que dicha sensación, junto con diferentes emociones, se mantendrá durante toda la visita.

En dicha sala el Alcaide de la ciudad seguía los oficios religiosos.

Actualmente, además de las vistas de la Catedral, podemos observar una decoración dedicada a la música, arte muy unido a la Catedral.

 

 

 

Llegamos hasta la Sala Alta, donde están ubicados una serie de documentos gráficos relacionados con la Arquitectura y restauración de la Catedral, es la estancia que nos comunica con tres zonas completamente diferentes, dos de ellas en el exterior, por un lado la terraza de la Torre Mocha, por el otro el acceso a la Torre del Gallo, y la tercera en este caso por el interior de la Catedral, un pasillo ubicado a gran altura.

 

 

La Terraza de la Torre Mocha nos ofrece unas impresionantes vistas de las calles peatonales que rodean la Catedral, así como los diferentes edificios y espacios cercanos a la misma, el Puente Romano, el propio río Tormes, el Palacio del Obispo, y otra serie de edificios civiles y religiosos.

Es un punto estratégico de la visita, dado que, desde este punto podemos diferenciar las dos construcciones que identifican la silueta de Salamanca, La Catedral Vieja, de carácter defensivo, con torreones y almenas, y la Catedral Nueva, con un carácter más bello, y estilizado.

 

 

 

Desde este punto iniciamos un pequeño paseo muy especial, sin duda caminar por los tejados de la Catedral hacen de la visita un momento que se mantendrá durante mucho tiempo en nuestra mente. Si bien es cierto que en esta ocasión utilizaremos una pasarela metálica en la zona de la Catedral nueva, hasta llegar al punto de unión con la Catedral Vieja.

 

Desde el punto de unión de ambas Catedrales podremos seguir el camino por el exterior sobre la Catedral Vieja para llegar muy cerca de la Torre del Gallo, poderla observar y contemplar desde una distancia que nos ayudará a descubrir muchos detalles.

 

 

Retrocedemos nuestros pasos, sin duda sin poder retirar la vista de los tejados y sobre todo de la impresionante Torre del Gallo, con sensación de tristeza por tener que seguir con nuestra visita, pero que sin duda se pasará al inundarnos la belleza que penetra en nuestros ojos al adentrarnos en el Triforio de la Catedral Nueva, es un lugar único, por su ubicación y por su altura, que unido con el silencio de la falta de turistas u oficios en la Catedral, en el momento de la visita, hace que el deleite y el momento sea único.

El Trifolio de la Catedral nos lleva a través de una balaustrada a gran altura, desde la que podemos observar y calcular las impresionantes dimensiones de la Catedral, la Altura de sus columnas y las líneas que salen de cada una de ella hasta la siguiente, configurando la impresionante bóveda, en definitiva, la magnificencia de lo que tenemos delante de nuestros ojos, unido a la luz y música dispuestas para la ocasión. Todo el tiempo del que disponemos es poco para lo que nos gustaría disfrutar, algo que se agradece, dado que la visita no obliga a realizar el recorrido en un tiempo establecido, pudiendo disponer de los minutos que cada lugar requiere, lo importante es disfrutar…

Con la sensación de necesitar seguir avanzando y la de no querer hacerlo, continuamos nuestra visita, llegando a otro punto clave, la Terraza Norte, con vistas a la Plaza de Anaya, a la que accedemos en el momento del ocaso, momento en el que la luz cambia, los últimos rayos de sol quieren dar brillo a la típica piedra de Salamanca, dando una luminosidad única al ambiente, que hacen que los ojos se abran para poder interiorizar cada una de las imágenes que podemos contemplar.

Desde este punto podemos observar importantes edificios de Salamanca, como la Clerecía, el Convento de San Esteban y la Universidad, además de la calle que une la Catedral con la Plaza Mayor, de una increíble línea recta, y llamada Rúa Mayor.

 

 

Nuevamente debemos seguir nuestra visita, en esta ocasión por el exterior de la Catedral Nueva, por sus tejados, hasta llegar a la Sala del Reloj.

 

 

 

 

Indicar que esta Sala estuvo sin acceso durante muchos años, motivado por diferentes catástrofes que la afectaron, incendios, ampliaciones y sobre todo por el terremoto de Lisboa, si bien en la actualidad, tras una serie de reformas, la sala es visitable y donde podremos observar la ubicación del mecanismo del reloj de la torre.

 

Pasamos a la Sala de Campanas, donde la razón del nombre es evidente siendo la última sala que visitaremos, y ubicada en el punto más alto de la Catedral.

Desde esta estancia podremos observar la ciudad desde la altura, obteniendo vistas increíbles hacia todos los puntos cardinales….

Hemos hablado anteriormente de los problemas y daños que ha tenido la torre, principalmente a partir del terremoto de Lisboa en 1755, es en este sentido donde entra una figura tradicional en Salamanca, El Mariquelo y la subida a la torre.

Los Mariquelos era el nombre que ha recibido tradicionalmente la familia de los campaneros catedralicios, y entre otras funciones estaba la de vigilar los daños o desperfectos que se pudieran originar en la torre. Este es el motivo por el que se realiza una ascensión a la torre una vez al año, en la actualidad más como tradición que por funcionalidad, unido a la fecha elegida, 31 de octubre víspera de la festividad de todos los Santos, en conmemoración a la inexistencia de víctimas en la tragedia del mencionado terremoto de Lisboa.

Una vez finalizada la vista, que mejor final que disfrutar del exterior de la increíble silueta que nos dan las Catedrales de Salamanca, y otros impresionantes edificios cercanos…

 

Convento de San Esteban

 

 

Fachada de la Universidad de Salamanca

 

Aunque estos últimos monumentos tendrán su propio capítulo.

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