CORIA (Cáceres). Ciudad deseada

La historia vivida por los Caurienses ha sido protagonista de esta ciudad con varios nombres a sus espaldas, como Cauria para los romanos y visigodos, pero también Qúriya por los árabes o posteriormente a la conquista Cristiana por Alfonso VII, Fuero de Coria nombre asignado por Alfonso IX.

Coria, ciudad ubicada en la provincia de Cáceres, a unos 40 kilómetros de Plasencia, hacia el este, y a similar distancia de la frontera con Portugal al oeste, junto al río Alagón, protagonista de su riqueza y prosperidad, pero también causa de objetivo de forasteros que han llevado, históricamente, a una constante tensión de guerras, árabes, conquistadores en el siglo IX, más recientemente, portugueses, a los que pudieron doblegar y vencer en numerosas ocasiones, pero también los franceses y su invasión a principio del XIX, con numerosos expolios.

 

Coria está unido a “Un  puente sin río y un río sin puente”, del que posteriormente hablaremos, pero también al toro, protagonista en sus calles, en su vida cotidiana, en sus museos, y en la fiesta de San Juan declarada Fiesta de Interés Turístico Regional.

 

Comencemos con nuestra visita a la ciudad, en este caso en un día de otoño, tras el cambio de hora, lo que hace que debamos realizar la visita de una forma más apresurada de lo normal, es el problema de viajar en otoño/invierno, donde el ocaso del sol se realiza sobre las 17.30 horas de la tarde, aunque aun así, seguiremos descubriendo diferentes lugares de nuestra geografía.

Estacionamos en las calles cercanas a la Plaza del Rollo, no por conocer la ciudad o información obtenida con anterioridad, sino, simplemente por identificar una impresionante torre amurallada por encima del resto de tejados, dado que entramos a la ciudad de Coria a través de la Avenida de Extremadura, desde Plasencia.

 

 

Iniciamos nuestra visita a través de una puerta medieval, la Puerta de San Francisco, una de las cuatro que presenta el recinto amurallado.

 

 

Nada más atravesar la puerta nos encontramos con el Castillo de los Duques de Alba.

Gran fortaleza defensiva, creada, se cree, por la Orden del Temple, a finales del siglo XV, donde destaca su torre del Homenaje, de planta pentagonal, de tres plantas. Actualmente no es visitable dado que es de propiedad privada.

 

 

 

Seguimos caminando por las calles medievales de Coria, realizando el recorrido que dista desde la Plaza de La Cava, donde se encuentra el Castillo, hasta la oficina de turismo, pero aprovechando este camino para ir observando todo lo que ante nuestros pies y nuestros ojos aparecen.

 

 

Un ejemplo es la Alhóndiga, edificio del siglo XV destinado a depósito de grano y cereal, aunque por sus dimensiones fue utilizado como Ayuntamiento de la ciudad, durante diferentes reconstrucciones del edificio oficial. Actualmente solo se conserva la fachada principal y dos salas abovedadas, pasando a convertirse en Biblioteca.

 

Junto a la Alhóndiga, a escasos metros nos encontramos la Iglesia de Santiago Apóstol.

 

 

 

 

 

Llegamos a la Plaza España o Plaza Mayor, donde podremos ver varios edificios civiles, como el caso del Ayuntamiento Viejo o el lateral de la Cárcel Real, actualmente museo, pero sobre todo la plaza es protagonista de la Noche de San Juan y de la fiesta del Toro, centro neurálgico de la fiesta de Coria, tal como es posible descubrir en el museo de la Cárcel Real, que, sin duda, os recomendamos visitar para entender y comprender la historia más reciente de la ciudad.

 

 

Desde la Plaza de España a la oficina de turismo tomamos la calle de las Monjas, calle a la derecha del edificio del Ayuntamiento Viejo (desde hace unos años hay otro ayuntamiento  ubicado en la plaza de San Pedro, donde nos encontraremos la oficina de turismo), llamada calle de las Monjas, en la que, nada más comenzar, podemos ver a la derecha el Museo de la Cárcel Real.

 

La Cárcel Real, estaba ubicada en un impresionante edificio de finales del siglo XVII, sobre otra edificación anterior, también cárcel de la localidad, en la actualidad es un museo dedicado a la propia actividad del edificio y a la fiesta de San Juan de Coria, entrada totalmente recomendable y gratuita.

 

 

Debemos decir que la visita fue increíble, dado que al entrar la persona que nos atendió, lo hizo con gran amabilidad, explicándonos los puntos más importantes del edificio en el que nos encontrábamos, así como la historia del mismo, y lo que podríamos ver en su interior, en dos plantas, la inferior dedicada a la historia de la cárcel, y en el superior, dedicado a la fiesta del Toro, la fiesta de San Juan.

Al entrar, donde se ubica la recepción, tenemos una serie de importantes elementos, por ejemplo el suelo de piedra original, así como una serie de “Grafitis” en las paredes, realizados por los guardias de la cárcel, aprovechando unas antiguas obras de restauración del edificio.

Entre estos grafitis destaca una especie de figura, que representa a la guardia de la localidad que vestía con ropajes rojos, y mangas verdes… que debido a su falta de rapidez en la llegada a un problema para el cual se les había llamado… se les decía de forma popular “ a buenas horas… mangas verdes”, frase que muchos hemos oído y que ahora hemos conocido un posible origen.

 

Otra serie de escritos se han descubierto en diferentes paredes de algunas de las estancias de la cárcel.

 

Aprovechando las diferentes estancias de la Cárcel Real, se han puesto a disposición del público los restos de los hallazgos encontrados en la comarca, relacionados con la prehistoria y época medieval de Coria.

Es hora de subir a la segunda planta, y descubrir o aprender…

El toro como elemento y figura protagonista de la fiesta de San Juan, tradiciones, peñas, encierros y corridas son el aderezo de la segunda planta del museo.

Podemos aprender y descubrir curiosidades de la vida en Coria, y ver diferentes toros disecados que encontramos en cada una de las salas que componen dicha planta.

 

Tras finalizar la visita, y agradecer en el libro de honor del Museo, como fiel reflejo de nuestro paso, salimos a la calle de las Monjas, hacia nuestra derecha para ir hasta la oficina de turismo, pudiendo visitar, en caso de interés, el Convento de la Madre de Dios, donde es posible adquirir pastas fabricadas por las monjas de clausura que allí habitan.

Al final de la calle, justo a la entrada de la Plaza de San Pedro, a la derecha, una pequeña puerta da acceso a la oficina de turismo, donde amablemente y con gran simpatía atienden a todo aquel que desee información de Coria, incluso de la comarca, que amablemente te ofrecen.

Es un rasgo a destacar, dado que la amabilidad y simpatía ha sido algo común en los y las Caurienses con los que nos hemos topado en nuestra visita.

La oficina se encuentra en el edificio del Nuevo Ayuntamiento frente a otra de las cuatro puertas que dispone el recinto amurallado, la Puerta del Sol.

Tras la entrega de un plano y las perfectas explicaciones recibidas, seguimos nuestro camino por el interior de la ciudad amurallada, en esta ocasión con destino a la Catedral, y SÍ, he dicho bien, la Catedral de Coria.

Desde la Plaza España, por la calle del Obispo, nos dirigimos hacia la Plaza de la Catedral, sinceramente os aconsejamos este recorrido, por la belleza de la imagen que aparece al finalizar la calle previa a la plaza, una imagen que te deja sin palabras, que hace que tus pies se paren y comiences a respirar, incluso dándote cuenta que te faltan palabras, como si las hubieras olvidado, y que las necesitarías para describir lo que estás viendo…

Debido a que comienza a anochecer, aprovechamos los pocos minutos de sol que nos queda para asomarnos a los miradores existentes a los dos laterales de la Catedral, primero a la izquierda, desde donde observaremos unas maravillosas vistas de algo que nos ha extrañado pero que nos explicaron en la oficina de turismo, algo tan popular en la zona como el dicho de “El puente sin río y el río sin puente”…

 

 

Y es verdad, observamos un puente bajo el que no se ve ni rastro de agua… aunque en el momento de su construcción, el puente es de origen romano, aunque documentada su construcción en el año 1518, sus cinco arcos sirvieron para salvar el río Alagón, río de gran caudal, y poder acceder a la Ciudad.

 

 

En 1647 se produce una gran riada del río Alagón que motiva que el cauce del río se desplace hacia el sur, dejando seco el cauce para el cual se construyó el puente. Tras dicha modificación del cauce, aproximadamente durante dos siglos, para poder acceder por esta zona a Coria, se debía utilizar una barca para pasar el nuevo cauce del río, y el puente que solamente quedó como ornamental, y que ayudaba a salvar el antiguo cauce, ahora seco… total que durante dos siglos, doscientos años, Coria tenía un puente sin río, y un río sin puente… caprichos de la naturaleza.

 

Durante este período de observación, somos testigos del cuidado que se ha mostrado para realizar la iluminación de los monumentos de Coria, ejemplo, la iluminación del Puente Viejo.

 

El acceso a la Catedral, acceso gratuito al templo, y pago de entrada al museo eclesiástico.

Lo primero que nos llega a nuestra mente es una pregunta, ¿Por qué una Catedral en Coria?, la respuesta está en su historia, en XIX Coria se convierte en un municipio constitucional, manteniéndolo hasta 1959, momento donde la sede episcopal se traslada a Cáceres, si bien se mantendría, hasta la actualidad, la cátedra diocesana, por lo que Coria ha tenido gran importancia para la Iglesia.

Antes de entrar en la Catedral, en su fachada principal vemos un elemento que destaca, y que no es común ver en otras Catedrales, nos referimos al Balcón de las Reliquias, desde el cual, parece que podría estar alguien vigilando quién entra y sale del templo.

Como hemos comentado anteriormente, el acceso es gratuito, aunque si quieres ver en su máximo esplendor el interior de la Catedral, deberás aportar una moneda de 1€ en una especie de hucha en la pared de la derecha, a escasos cinco metros de la entrada, junto a la puerta del propio museo, para que se ilumine

Al encenderse las luces descubres un edificio diferente, bello, de gran riqueza arquitectónica, dejando a la vista el poder de construcción de nuestros antepasados, no en vano la construcción de la Catedral se realizó entre finales del siglo XV y XVIII, tres siglos en los que dicha construcción presentó numerosos problemas estructurales, por los que muchos maestros fueron los encargados de su solución y construcción, destacando entre otros Manuel de Larra Churriguera.

En su interior destaca el coro, protegido tras una rejería, y de estilo gótico flamígero.

 

 

 

Seguimos nuestro recorrido por Coria, aunque ya nos ha rodeado la noche, su interior, perfectamente iluminado, nos invita a seguir a pie y disfrutar de todas sus calles. En esta ocasión nos dirigimos a la tercera puerta que visitaremos, la Puerta de la Guía, que corresponde con la anteriormente llamada Puerta de la ciudad, y que coincide con la puerta con menos modificaciones y restauraciones de las cuatro que componen el amurallado de la ciudad.

Al salir por la Puerta de la Guía, a la derecha, podremos caminar, extramuros, viendo la impresionante muralla de la ciudad, que todavía está perfectamente conservada, y que hacía las veces de defensa a la antigua ciudad tan deseada por numerosos ejércitos…

Es hora de salir de Coria, con el gusto a retorno, de ganas de volver, tal vez en primavera, con los rayos de sol alumbrando e iluminando cada rincón de esta bella ciudad extremeña.

Nuestra primera visita nos ha resultado corta, aunque nos ha quitado el gusanillo de conocer una ciudad en la frontera hispano-lusa, en este caso en tierras extremeñas, con arraigo, luchas, guerras y tradiciones, con poder y toros… con fuerza.

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